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Editor: Neville Blanc

Tuesday, October 29, 2013

DE NUESTROS SOCIOS: ROBERTO AMPUERO

 


 
Bahía de los misterios
Roberto Ampuero
Sudamericana, Santiago, 2013, 336 páginas.
NOVELA


Entrevista Nuevo libro de Cayetano Brulé
Roberto Ampuero, veinte años después


Esta semana llega a librerías y a la Filsa 2013 Bahía de los misterios , séptimo título de la saga de Cayetano Brulé, iniciada en 1993 con ¿Quién mató a Cristián Kustermann? Actual ministro de Cultura y antes embajador de Chile en México, el escritor Roberto Ampuero ha debido replegarse en beneficio de sus responsabilidades públicas.

Santiago de Chile
domingo 27 de octubre de 2013
Actualizado a las 10:50 hrs.

El Mercurio Revista de Libros  

María Teresa Cárdenas
 
"Uno nunca sabe por dónde viene la bala", dice Roberto Ampuero (Valparaíso, 1953). Y no está hablando de los peligros que debe sortear su detective, Cayetano Brulé, sino de las críticas a las que está expuesto como ministro. Es por eso que se cuida, concentrando todas sus energías en esta tarea que el Presidente Piñera le encomendó en junio de este año, después de haberle confiado la embajada de Chile en México a fines de 2011. Así es como el ministro de Cultura parece no darle tregua al escritor, y una prueba a la vista es su participación en la Feria Internacional del Libro de Santiago, Filsa 2013, que se inauguró el jueves en la Estación Mapocho. En su discurso, el ministro Ampuero habló con propiedad del valor del libro y la cultura en el desarrollo de un país. "Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro", dijo, citando a Emily Dickinson, y más adelante agregó, categórico: "Un país que no lee es pobre, aunque los indicadores económicos digan otra cosa". Y lo más importante, sus palabras estaban respaldadas por hechos, lo que fue agradecido públicamente por Arturo Infante, presidente de la Cámara Chilena del Libro: por primera vez, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes apoyó con recursos la realización de la Filsa.

El escritor, en cambio, suspendió la presentación de su nuevo libro, Bahía de los misterios , séptimo de la saga de Cayetano Brulé; aunque la novela sí estará disponible en el stand de Random House Mondadori. A veinte años de su aparición en ¿Quién mató a Cristián Kustermann? , obra ganadora del Premio Revista de Libros 1993, y después de los casos resueltos en Boleros en La Habana , El alemán de Atacama , Cita en el Azul profundo , Halcones de la noche y El caso Neruda , el entrañable detective cubano avecindado en Valparaíso profundiza su veta cosmopolita, viajando a Estados Unidos, México, España, Galway (Irlanda) e incluso Pyongyang (Corea del Norte), pero además debe recurrir a fuentes históricas. El asesinato del profesor norteamericano Joseph Pembroke, cuya cabeza rodó por las escaleras del cerro Concepción, hundirá sus raíces en los códices de la antigua cultura maya, la mayoría destruidos por los conquistadores y clérigos españoles. Una guadaña inscrita a fuego en el cuerpo decapitado y un extraño símbolo en la capucha ensangrentada conducen a Brulé a buscar pistas en la santería mexicana, el narcotráfico, en la Inquisición, en el pasado nazi del Colegio Alemán de Valparaíso...

Asombrosamente ágil para sus casi 68 años -según los datos biográficos que su autor entregó en El caso Neruda -, el detective sigue disfrutando de las comidas, bebidas y de la música. Y recuerda constantemente a su padre.

El escritor en su refugio

Después de varios intentos, finalmente Roberto Ampuero pudo destinar tiempo para esta entrevista. El encuentro fue en un café frente a la municipalidad de Olmué y desde ahí nos trasladamos a su casa, la misma que hace 25 años compró con su mujer para ir los fines de semana o en vacaciones, y en la que se han instalado mientras él ejerce el cargo.

Traspasado el portón, la tranquilidad se impone en un terreno en desnivel con una frondosa vegetación y una encantadora casa de madera. "Nosotros plantamos todos los árboles", asegura Ana Lucrecia; "nada de paisajismo, solo nos fijamos dónde daba el sol". Los árboles crecieron y también la familia, pero ahora sus dos hijos se quedaron en Estados Unidos.

Roberto Ampuero se saca la chaqueta, cuenta anécdotas, dice que está contento por el trabajo que está realizando en conjunto con los senadores y diputados de las comisiones de Cultura, revela también algunas ingratitudes. Y confiesa que está preocupado por el país, por el clima enrarecido que a veces se respira. "Neruda decía que Chile era chúcaro. Y yo creo que tiene ciclos reiterativos en los que tiende a perder su estabilidad y su capacidad para resolver los problemas de forma desapasionada, tranquila, sin extremar soluciones. Hay mucho mesianismo", afirma.

Cuesta que hable el escritor. Y él lo asume. "Estoy volviendo a la literatura con esta conversación", dice, y frente a la primera pregunta, aclara: "Este libro estaba hecho en un 80 por ciento antes de ser embajador". Ya viviendo en México pudo darle mayor consistencia a los capítulos que se desarrollan en ese país. "Para mí son muy importantes los escenarios, físicos, reales".

-¿Por qué quisiste entregarle un nuevo caso a Cayetano Brulé?

-Cayetano se ha ido dando solo. Nunca me propuse escribir una serie. Solo en la medida en que iba escribiendo otras novelas, de pronto descubría que había temas o circunstancias que me obligaban a que fuera una novela policial. En un comienzo todo está abierto. Es posible eludir esa fuerza de gravedad, como lo intenté en La otra mujer , Pasiones griegas o Los amantes de Estocolmo . Pero a veces la novela policial termina imponiéndose y no hay que forzar las cosas. Lo que determina esto es el peso específico que puede alcanzar en la trama la resolución del enigma. Pero lo cierto es que toda novela es indagación, exploración, investigación.

-¿Querías hacer un giro o ampliar el género policial hacia la novela de intriga histórica?

-Desde El caso Neruda me interesa echar una mirada a la historia desde el género policial. Pero la mirada puede ir mucho más atrás si se trata de documentos históricos. ¿Por qué asumimos que las épocas pasadas resolvieron todos sus enigmas y que su relato histórico esclareció todas las interrogantes?

-¿Así surgió esta trama que se remonta quinientos años en la historia?

-A mí me marcó la cultura maya porque fue mi primer descubrimiento en América Latina. Y después, investigando y leyendo, me encontré con algo que me llamó mucho la atención: siempre hemos visto a los mayas como grandes hombres de la tierra, y ahí me doy cuenta de que también fueron grandes navegantes. Colón nunca vio sus pirámides, pero se encontró con enormes canoas, naves mayas, que recorrían el Caribe. Tenían mapas y un conocimiento de las grandes corrientes. Después supe algo que para mí fue clave, y es que en Galway, que es una ciudad preciosa en Irlanda, hay balcones que están hechos con maderas tropicales, pero de la Edad Media, es decir, antes de que se conociera América. Por ahí me agarró: esta comunicación entre norte y sur, quién descubrió a quién.

-¿Te interesaba reflexionar sobre la memoria?

-Así es. Lo que a mí me interesaba era ver esa construcción del relato, de una cultura subordinada, otra dominante, y de pronto empezar a subvertir ese orden establecido durante tanto tiempo. Y ahí viene lo otro: cuando uno siente el peso de esas culturas indígenas, la presencia, el conocimiento de las navegaciones, de los cuerpos celestes, su capacidad para construir, los mapas, los códices, y después ves la forma realmente brutal en que esa memoria fue cortada, incendiada, mutilada, tú dices aquí falta algo que ya se perdió para siempre para la historia, y solamente la ficción es capaz de tejerlo. Eso es lo que me interesaba, la posibilidad de recuperar las historias que definitivamente parecían ya perdidas.

-¿Te parece que los historiadores son en cierta forma detectives, como reflexiona Cayetano?

-Efectivamente, a mí me fascina el detective que no solo es capaz de investigar lo que pasó recién, que está muy presente, sino que también puede trascender hacia realidades que comenzaron, como en este caso, hace quinientos años. Y por eso el asombro de Cayetano, cuando dice "será que esto es una historia de ajuste de cuentas a lo largo del tiempo". Tiene que ver también con la globalización, porque el origen de un crimen que ocurre acá, fácilmente puede estar en el antiguo Leningrado o en Nueva York.

-En un principio el crimen se vincula a los carteles de la droga. ¿Por qué elegiste la decapitación?

-Pembroke está pagando por haber pensado; en su cabeza está todo. Pero también hay un guiño a Tabucchi, La cabeza perdida de Dámaso Monteiro , y tiene que ver con las escalinatas de una película rusa ("El acorazado Potemkin"), de Eisenstein. Esa escena con el coche me perseguía. Y Valparaíso es la ciudad de las escalinatas. Además es un mensaje de la historia ya muy antigua, una forma de sacrificio humano.

-Después de estos meses como ministro, ¿crees que "en la academia los odios pueden ser más intensos que en la política", como dices en la novela?

-Lo interesante es que la academia en Estados Unidos o Europa, donde hay una mayor institucionalización, es muy política. Uno de los que plantea este tema es Kissinger, quien dice que la academia es peor que la política, porque en la política se pelea por el poder real y en la academia este mismo desgaste de energía, de vitalidad, es, como dice ahí el personaje, porque te den un pasaje para ir a un congreso donde nadie te va a ir a escuchar y publicar un artículo que a lo mejor nadie va a leer. En ese sentido, claro, es peor.

-Valparaíso está cada vez más presente en la saga de Cayetano.

-Yo creo que los espacios son tan importantes como los personajes. Valparaíso es lo más parecido a la vida, puedes estar muy arriba, muy abajo, puedes caer fácilmente, puedes volver a comenzar, cuesta subir, tienes el mar como una promesa abierta ilimitada, tiene algunos cementerios que están cayendo sobre la ciudad, tiene otros cementerios que están frente a lo que fue la cárcel y un poco más allá una iglesia y un cerro que se llama Concepción. Está todo, y yo pienso que Valparaíso es una de las pocas ciudades en el mundo que tiene tanto carácter, y no a partir de la monumentalidad o de su riqueza. Valparaíso marca a las personas, y además invita a que ocurran cosas.

Tiempo de praxis

-¿Las reflexiones sobre la edad tienen que ver con la muerte de tu padre, a quien le dedicas el libro?

-Sí, mucho. Un gran amigo mío me dijo: lo terrible no es lo que sientes cuando tu padre se muere, lo que pasa es que tu padre para ti se muere muchas veces en tu vida. Eso es lo más doloroso. Y eso lo siento, como una ausencia, lo quiero llamar y no puedo. Yo hablaba a diario con él. Entonces, de pronto tú pasas generacionalmente a la primera línea. Con los años uno empieza a recurrir más a la memoria pero con una visión más profunda de las cosas.

-Cayetano Brulé todavía parece bastante ágil, ¿cómo seguirá adelante sus aventuras?

-Yo pienso que las novelas de Cayetano van a ir funcionando como escritas por alguien que ya tiene muchos años y que de pronto vuelve a etapas de su vida. Quizás ya estará jubilado o instalado en Olmué y se acordará de cuando era joven, como lo que pasó con El caso Neruda . Creo que ahí él va a poder moverse y va a ir completando su biografía. Lo que sí me sorprende es cómo Cayetano, desde ese primer personaje que yo escribí y que ganó el premio de la Revista de Libros, fue creciendo, ampliándose, conquistando, imponiendo su vida, casi como un personaje real.

-Estos veinte años también han pasado para ti. ¿Cómo evalúas este tiempo?

-Hay una canción de un grupo alemán oriental, los Puhdys, que se llama "Todo tiene su tiempo". Yo pienso que el escritor también tiene sus tiempos: un tiempo de escritura, en el que físicamente ejecuta la acción de escribir, y otros que son igual de imprescindibles, el de la lectura, de la vida. Creo que en este momento mis tiempos son de la praxis. Uno de los temas centrales del escritor es mostrar al ser humano con sus pasiones, miedos, temores, deseos, odio. Y el otro gran tema es el del poder. Para escribir sobre el poder es necesario haber visto y conocido los espacios y acciones en los que se ejerce. Yo estoy ahora en la etapa de incorporar mundo, y en algún momento, si sobrevivo a esto, voy a poder crear personajes basados en esta experiencia.

"Valparaíso es lo más parecido a la vida, puedes estar muy arriba, muy abajo, puedes caer fácilmente, puedes volver a comenzar".

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