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Editor: Neville Blanc

Sunday, May 27, 2012

El caso chileno



LA TERCERA EDICION IMPRESA domingo 27 de mayo de 2012


Arte al rojo vivo: las lecciones que deja la exitosa temporada de subastas en Nueva York


Las casas Sotheby’s y Christie’s tuvieron una productividad que no se registraba desde 2008.

por Denisse Espinoza A.

Es como si el mercado del arte viviera en un mundo paralelo. Una especie de paraíso donde los bancos no quiebran, las potencias mundiales mantienen incólumes sus economías y donde cifras superiores a US$ 90 millones se consideran justas a la hora de valorar la belleza intangible de una pintura. Este mes, en Nueva York, las subastas de arte mostraron que, a cierto nivel, la crisis económica no existe: mientras en Europa las bolsas tiemblan y los mercados caen, las obras de arte suben y suben de precio.



El fenómeno estalló el pasado 2 de mayo, cuando Sotheby’s anunció con bombos y platillos el remate de El grito, de Edvard Munch, que tras una puja de 12 minutos se vendió en la estratosférica suma de US$ 120 millones, convirtiéndose en la obra subastada más cara de la historia. Las alarmas del mercado se activaron.



Siete días después, la confirmación llegó de la casa Christie’s, que remató el cuadro Naranja, rojo, amarillo (1961), de Mark Rothko, en US$ 87 millones, un récord para el artista y para el arte de posguerra. Las marcas mundiales siguieron ese día y los siguientes, como los US$ 23 millones para Número 28, 1951, de Pollock, quien en 2004 sólo registraba US$ 11 millones; o Chica durmiendo, de Roy Lichtenstein, que en Sotheby’s se estimó en US$ 30 millones y se vendió por US$ 44 millones.



El fenómeno se analiza como una conjunción de varios factores. La expansión del mercado hacia economías cada vez más influyentes, como Asia y Medio Oriente, es uno de ellos. Según datos de Art Price y Arts Economics, en 2011 la participación de China en las ventas del arte fue de un 30% frente a un 29% de EE.UU., un 22% de Reino Unido y un 6% de Alemania. Mientras que en lugares como Dubai, Qatar y Abu Dhabi están comprando miles de hectáreas para construir museos, donde depositarán las grandes obras en las que están invirtiendo sus coleccionistas.



Otro factor es la rentabilidad de las piezas de arte en comparación con cualquier otro bien. “No es que no haya dinero en el mundo, hay bastante. El problema es que como las bolsas están cayendo, no hay donde invertir. El arte vuelve a ser un refugio para los inversionistas. Es un bien que sube su precio exponencialmente y nunca baja”, dice Cecilia Miquel, quien trabajó por 15 años para Sotheby’s y hoy es consultora de la misma casa.



Pero no todos los cuadros alcanzan altos precios en los remates. “Los récords se dan por la calidad de las obras. Las casas de subastas lograron ofrecer piezas raras de los artistas de mayor renombre”, señaló a la prensa el estadounidense Michael Frahm, experto en arte contemporáneo. Fue ese el caso de El grito de 1895, la única de las cuatro versiones de la obra de Munch que tiene un poema escrito por el pintor, o el cuadro de Mark Rothko, que no se veía en subastas desde que se comprara en 1967.



El caso chileno



Para participar del mercado global, el arte nacional debe circular. Salir no es difícil: se pide permiso al Museo de Bellas Artes y se pagan $ 5.000 por obra. Distinto es si se trata de artistas consagrados, ya que se les considera “patrimonio nacional”. En ese caso, el museo avalúa la obra de arte y le pide al propietario un vale vista por el 50% de ese precio, el cual cobra luego de dos años si es que ésta salió pero no regresó. “La política es no poner precios muy altos, para que se saquen las obras ilegalmente”, dice Marta Agusti, encargada del trámite en el museo.






Ahora, ingresar arte puede ser bastante costoso, ya que se debe pagar 32% sobre el precio de la compra (19% de IVA, 11% en impuesto de aduana y 2% de seguro obligatorio). “Esa es la razón por la cual las buenas obras no llegan a nuestro país y permanecen en colecciones privadas en el extranjero. Es un cobro totalmente irracional”, dice Denise Ratinoff, representante de Christie’s en Chile, Perú y Ecuador.



Por suerte, hay artistas locales, como Roberto Matta, que hicieron su carrera fuera y pudieron circular. Esta semana, Christie’s vendió La revolución de los contrarios del surrealista en US$ 5 millones: récord que lo dejó en el quinto lugar del ranking latinoamericano, atrás de Tamayo y Frida Kahlo. Mientras, en Chile, a Matta le siguen Mario Carreño, con Fuego en el batey, vendido en US$ 2,18 millones, y Anunciación, de Claudio Bravo, en US$ 1,27 millón. Más atrás quedan los más contemporáneos, como Alfredo Jaar o Iván Navarro, con obras que van de los US$ 10 mil a US$ 60 mil.



La abismante diferencia en los precios se debe a que “procedencia y calidad son las claves del éxito, pero también incide si la obra es de un artista consagrado, que luego de morir sube de precio”, dice Ratinoff. Lo mismo piensan expertos como Tobias Meyer, director de Sotheby’s, quien afirmó que la demanda relevante siempre la tendrán las grandes obras maestras. Es decir, creaciones de artistas como Picasso, Warhol, Bacon o Munch, quienes estando muertos mantienen el mercado más vivo que nunca.

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